#lunesdeperita · ARREBOL
#lunesdeperita
Cada semana una nueva historia rondando a una palabra concreta.
La definición la tomamos de la página oficial de la rae.es.
Si te gusta, compártela con quien creas que le puede interesar.
Es para ti, para mí, para quien tú quieras.
ARREBOL
(Del lat. mador, -ōris).
1. m. LigDe arrebolar.
1. m. poét. Color rojo, especialmente el de las nubes iluminadas por los rayos del sol o el del rostro.
2. m. colorete (‖ cosmético).
3. m. pl. arrebolada.
era humedad que cubre la superficie del cuerpo, sin llegar a ser verdadero sudor.
HERMANOS · félixalbo
Durante años, los dos hombres estuvieron labrando la tierra. Cada cual su parte.
Apenas se dirigían la palabra, ni tan siquiera cuando se intercambiaban la mula que tenían a medias.
Uno era Fausto, el mayor, engreído y soberbio. Enfadado por tener que compartir aquella tierra yerma heredada de su padre, con Saúl, su hermano pequeño; risueño y orgulloso de su hermano el mayor a quien siempre admiró.
Fausto, iba dejando las piedras con las que tropezaba la mula al labrar, en un gran montón justo en el único paso medianero que había entre las dos partes.
Pa no verte -le dijo un día a su hermano pequeño cuando el montón pasaba ya del metro y medio de alto. Y siguió amontonando sus piedras hasta no verlo.
Saúl se entretenía más con las que él encontraba. Las ordenaba por tamaños y poco a poco, en sus ratos de descanso, fue levantando un muro y con otros tres, un granero.
Le sugirió a su hermano que si le dejaba sus piedras, podrían hacer entre los dos el granero más grande.
Mis piedras mías son, y bien están cada una en su montón.
A los dos años largos, el pequeño andaba con una escalera quemando su nombre SAÚL en la puerta del granero. Pisó mal y cayó. Y si mal pisó, peor cayó pues rompió ahí la vida.
Fausto no lo vio así que solo se enteró cuando llegaron los del pueblo con la desgracia.
Mal genio -le dijo Saúl un día a su hermano mayor por encima de las piedras-, si algún día me muero, me gustaría que me llevaras de vuelta a casa una de tus piedras cada día. Y cada vez que se acordaba, el calor le arrasaba los adentros.
La tierra del pequeño quedó yerma. Y su hermano, al labrar la suya sentía un silencio que le pesaba, cada vez más.
Si por lo menos pudiera maldecirte, como siempre hice -rumiaba.
Un día llevó una piedra chiquita a la tumba de su hermano.
Ya ves tú qué manía tan tonta -se dijo.
Fue la primera. Cada tarde, para volver, elegía una menuda, que pudiera llevar cómodamente en la mano sin que nadie la viera para evitar preguntas. Una pequeña piedra de la parte más alta del montón que descansaba sobre la pared norte del granero y tan alto como éste.
Según bajaba el muro altura, dejaba ver una pared muy bien terminada.
Una tarde vio madera. Como una viga cruzada en la pared. La curiosidad le hizo subirse al montón a quitar piedras y ver cómo la viga iba saliendo perfecta y no era viga sino dintel, pues cubría el vano de una puerta que descubrió apagando el día.
Su hermano había dejado una puerta al granero, a pesar de todo. Una puerta justo enfrente de aquella por la que Saúl entraba y salía al granero.
Su hermano, una puerta.
Acabó rendido, llorando, rodeado de piedras pequeñas viendo en la poca luz de aquella noche la puerta al granero. Se quedó dormido dentro, con una de las piedras en la mano.
A la mañana siguiente, con el sol pudo leer su nombre quemado sobre la viga de entrada de la cara norte: FAUSTO.
Arranca una nueva temporada de #lunesdeperita. Ya sabes, retazos breves alrededor de una palabra a veces desconocida, olvidada, sorprendente o reposada. Un puro ejercicio gimnástico para ensanchar la imaginación, la creación y la emoción. ¿Te sumas? Ojalá te vayan gustando. Feliz lectura. Feliz semana. Feliz primavera. Félix Albo
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